¿Te imaginas convertir un cerro de Lima en un biohuerto accesible para todos? Un espacio donde podamos disfrutar de la naturaleza mientras contemplamos la ciudad y degustamos frutas frescas. La idea de transformar los cerros de Lima en un refugio verde suena increíble.
Recientemente, un video viral de TikTok nos alertó sobre un proyecto que busca forestar el Cerro La Milla, en San Martín de Porres. Un geólogo argentino, Emiliano Cacciavillani, ha estado trabajando en esta iniciativa durante dos años y medio, invitando a los peruanos a colaborar en la creación de un ecosistema vibrante.
Emiliano y su socio, Ricardo Alviño, nos recibieron en el Cerro La Milla, donde nos contaron sobre sus inicios. Todo comenzó en diciembre de 2021, cuando la familia de Ricardo se interesó en forestar la zona para frenar las invasiones de terrenos. Se unieron, apoyados por la ley que permite la arborización sin temor a ser despojados de las plantas.
Desde entonces, han logrado plantar alrededor de 150 árboles, incluyendo especies como algarrobo y pitahaya, que han atraído mariposas y colibríes a un área antes desértica. Emiliano relata cómo la fauna ha resurgido, observando aves que antes no se veían en la zona.
El proyecto ha contribuido a la recuperación del gecko limeño, en peligro de extinción, y ha generado un microclima que favorece la vida silvestre. La humedad recuperada ha permitido la proliferación de insectos beneficiosos que alimentan a las especies en peligro.
Emiliano explica que construir andenes para la siembra es un proceso laborioso que requiere picar roca y estabilizar el terreno. Este esfuerzo recuerda las antiguas terrazas incas, adaptadas para la agricultura en terrenos montañosos.
Para que el proyecto avance, necesitan residuos orgánicos que enriquezcan el suelo. Emiliano comparte que han comenzado a compostar, un cambio necesario para mejorar la cultura del reciclaje en San Martín de Porres.
Emiliano y Ricardo también han inspirado a otros a replicar esta iniciativa en sus comunidades. Voluntarios, como Luis Humberto Vásquez, han comenzado a recolectar plantas y compost, promoviendo un cambio hacia un entorno más verde.
El legado que buscan dejar es crucial para las futuras generaciones. Beto, un voluntario, anhela un mundo lleno de árboles y vegetación para sus hijas, un ambiente que les ofrezca un aire puro y un refugio natural.
El proyecto abarca 42 hectáreas y hay mucho por hacer, desde áreas para parapente hasta un circuito de mountain bike. Una prioridad es adquirir un sistema de riego por goteo para asegurar el crecimiento de las plantas.
Emiliano destaca que el éxito de la iniciativa depende del apoyo colectivo. Recuerda los días en que él y Ricardo trabajaban solos, enfatizando que más manos hacen la carga más liviana.
La visión de Emiliano es clara: aunque no todos viviremos para ver el proyecto florecer en su totalidad, lo que sembremos hoy beneficiará a las generaciones futuras. Es un esfuerzo que vale la pena, un acto de amor por el medio ambiente que nos rodea.
