El caserío piurano Lágrimas de Curumuy, como muchas otras comunidades rurales en la región, depende casi exclusivamente de la agricultura para subsistir. Sus principales cultivos incluyen arroz, limón, mango y banano orgánico. Sin embargo, la escasez de agua se ha convertido en una amenaza directa para la producción agrícola. En un esfuerzo desesperado por salvar sus cosechas, Feliciano Vílchez y otros agricultores de la zona pasan sus días buscando los sobrantes de agua en los drenes de evacuación de las agroindustrias cercanas. Este recurso limitado es lo único que les permite salvar el 20% de lo sembrado durante la campaña chica.
Vílchez, quien forma parte de la comunidad agrícola de Lágrimas de Curumuy, explica que cada agricultor ha invertido hasta 17.000 soles por hectárea de arroz, una inversión que ahora parece irrecuperable debido a la falta de agua. Esta situación no es exclusiva de su caserío, sino que afecta a todos los pueblos aledaños. «Nos afectó la sequía, y antes nos afectó la inundación. Somos los últimos. El más perjudicado siempre es el pequeño agricultor», lamenta Feliciano. Asegura que, a pesar de las promesas de bonos del Gobierno, estos nunca llegan a tiempo, lo que deja a los agricultores en un ciclo interminable de endeudamiento y crisis.
Este panorama de desesperación es el reflejo de una realidad más amplia que atraviesa toda la región Piura. Desde hace meses, la región enfrenta un déficit hídrico histórico, el peor en 90 años de registros. El reservorio de Poechos, que abastece a más de un millón y medio de habitantes de las provincias de Piura, Paita, Talara y Sullana, se encuentra en niveles críticos. A finales de septiembre, el Proyecto Especial Chira Piura (PECHP) informó que el reservorio contenía solo 90 millones de metros cúbicos de agua, un volumen alarmantemente bajo que ya estaba generando tensiones. Sin embargo, en octubre, un nuevo informe reveló que el volumen real de agua en Poechos era mucho más bajo, solo 14 millones de metros cúbicos, suficiente solo para el consumo humano durante lo que quedaba del año.
La escasez de agua ha generado un conflicto por el recurso hídrico, en el que los grandes perdedores son los agricultores, quienes enfrentan la posibilidad de perder sus cultivos por completo. Macario Silva, miembro del Consejo Directivo del PECHP y presidente de la Junta Regional de Usuarios de Piura y Tumbes, advirtió que más de 100.000 usuarios están en riesgo debido a la falta de agua para la agricultura. «Si pensamos también en sus familias, hablamos de cerca de medio millón de personas en peligro de quedar desamparados», señaló Silva. Las pérdidas ya se cuantifican en millones: 1.500 hectáreas de maíz y 1.900 de arroz han sido afectadas en el medio y bajo Piura, con un impacto económico cercano a los 2,5 millones de soles.
En el valle de Sechura, la situación es igualmente crítica. Alrededor de 4.500 hectáreas de maíz y arroz están a punto de secarse si no reciben riego en los próximos días. En el valle del Chira, donde se encuentra el reservorio de Poechos, más de 286 hectáreas ya se han perdido y otras 3.500 están en riesgo. «Estamos hablando de 90 millones de soles en pérdidas para los pequeños y medianos agricultores», afirmó Juan Zapata, presidente de la junta de usuarios del sector. El panorama es sombrío, y la incertidumbre crece entre los agricultores que han visto cómo sus cultivos se marchitan ante la falta de agua.
La crisis también ha sido visibilizada a través de protestas. Recientemente, agricultores del valle del Chira se reunieron en el estadio Campeones del 36, en Sullana, para expresar su desesperación. Job Rodríguez, agricultor del distrito de Ignacio Escudero, señaló que, a pesar de ser productores clave de arroz para exportación y el mercado interno, el Estado y las autoridades responsables del agua, como la ANA y la ALA, los han abandonado. «Nos han dado la espalda. Necesitamos al menos un último riego para salvar la siembra», manifestó con preocupación. Wilmer Marchena, dirigente de asociaciones de limón y banano orgánico, agregó que el agro está en crisis desde el paso del ciclón Yaku, y las autoridades, sabiendo que se venía un año seco, no tomaron las medidas necesarias.
La respuesta del Gobierno ha llegado tarde. A finales de octubre, más de 50 días después de que se solicitara la declaración de emergencia, el Gobierno finalmente declaró el estado de emergencia por déficit hídrico en 34 distritos de Piura. Sin embargo, los agricultores consideran que esta medida llegó demasiado tarde para evitar las pérdidas significativas. «Si se hubiera declarado la emergencia cuando la pedimos, se hubiera podido salvar aunque sea algo de nuestros cultivos con la entrega de motobombas desde el gobierno regional», explicó Ángel Yovera, miembro de la comisión de regantes de La Bruja.
El decano del Colegio de Ingenieros de Piura, Hermer Alzamora, también criticó la actuación reactiva de las autoridades y abogó por la necesidad de tomar medidas preventivas. Propuso, entre otras acciones, elevar el dique de Poechos para almacenar más agua durante la temporada de lluvias, lo que podría ayudar a mitigar la escasez en los próximos meses. Mateo Gómez, presidente de la Cámara de Comercio de Piura, destacó que la crisis no solo afecta a los agricultores, sino también a la agroindustria, cuyos cultivos permanentes destinados a la exportación están en grave riesgo. Además, alertó que si la situación persiste, podrían perderse alrededor de 100.000 hectáreas de cultivos y 20.000 puestos de trabajo.
La situación también ha tenido un impacto directo en la calidad de los productos agrícolas. Gómez señaló que la falta de agua ha forzado a los agricultores a adelantar las cosechas para evitar una pérdida total, lo que ha dado como resultado una fruta de menor calidad, que se reflejará en los precios del mercado. En particular, cultivos como el de limón están siendo severamente afectados, con frutos que no terminan de crecer y se caen de la planta antes de madurar.
El impacto de la escasez de agua también ha afectado a otros sectores de la economía regional, como la construcción y los servicios, incluidos restaurantes y hoteles. «Si a la agroexportación le sumamos estos sectores, estamos hablando de un impacto superior al 30% del Producto Bruto Interno (PBI) regional», advirtió Gómez. Este golpe a la economía local pone en evidencia la interdependencia entre la agricultura y otros sectores productivos en la región.
Recientemente, tras la intervención de la Contraloría, el PECHP actualizó sus mediciones del nivel de agua en el reservorio de Poechos, informando que actualmente existen 45 millones de metros cúbicos de agua, lo que podría abastecer a la población por dos meses más. Sin embargo, esta cifra ha generado desconfianza entre los agricultores, quienes sospechan que las autoridades están utilizando estos números como una estrategia para calmar la crisis y priorizar otras necesidades, más que garantizar el suministro adecuado de agua para la agricultura.
Este nuevo escenario sigue siendo incierto para los agricultores de Piura, que se encuentran atrapados en una crisis hídrica que amenaza con destruir sus medios de vida y desestabilizar aún más la economía regional.