Un innovador estudio de la Universidad Nacional de Moquegua (UNAM) investiga el potencial de los metabolitos secundarios en la cáscara de tuna para tratar y prevenir enfermedades coronarias crónicas, como la hipertensión arterial y la aterosclerosis. Liderado por el catedrático Nils Huamán Castilla, el proyecto busca transformar un residuo agroindustrial en un recurso valioso para la salud.
Este estudio, que comenzó en 2022 con financiamiento de la UNAM, se enmarca en un enfoque de economía circular. Huamán Castilla destaca que la cáscara de tuna, habitualmente considerada un desecho sin valor, podría ofrecer importantes beneficios en la prevención y tratamiento de enfermedades coronarias.
Los investigadores han desarrollado un método para extraer compuestos bioactivos de la cáscara de tuna, con el objetivo de utilizarlos en tratamientos para condiciones crónicas como la hipertensión. Este avance es crucial, ya que la acumulación de cáscaras representa un problema ambiental, modificando el pH del suelo y generando gases de efecto invernadero.
Entre los compuestos bioactivos identificados se encuentran los polifenoles y las betalaínas, que inhiben la actividad de la enzima angiotensina II, un factor clave en la hipertensión y la aterosclerosis. A diferencia de otros alimentos, la tuna contiene ambos compuestos en altas concentraciones, lo que la convierte en un recurso excepcional.
Los polifenoles y betalaínas actúan bloqueando la angiotensina II, evitando así que interactúe con azúcares y lípidos que podrían desencadenar enfermedades. Sin embargo, Huamán aclara que, aunque los alimentos contienen compuestos bioactivos, estos no curan enfermedades por sí mismos, sino que ayudan a prevenirlas.
El estudio se desarrolla en tres fases; actualmente, se encuentra en la tercera etapa, donde se evalúa la capacidad de los compuestos para inhibir la actividad de la enzima angiotensina II. Resultados preliminares indican que se ha logrado una inhibición del 60% en pruebas iniciales.
Además de su valor medicinal, el proyecto promueve un enfoque de economía circular al revalorizar un residuo agrícola. Esto no solo brinda un nuevo uso a la cáscara de tuna, sino que también ayuda a las familias agricultoras a obtener ingresos adicionales.
Perú es uno de los principales productores de tuna a nivel mundial, generando aproximadamente 62,000 toneladas anualmente, con la región de Moquegua contribuyendo un 15% de esta producción. Sin embargo, no existe una industria que aproveche de manera efectiva los subproductos de esta fruta.
Los resultados preliminares de la investigación han sido publicados en la revista «Discover Food», y se prevé que los resultados finales se compartan en una revista de prestigio en 2025. Huamán anticipa que el estudio podrá sentar las bases para futuros ensayos en células, roedores y eventualmente en humanos.
El equipo de investigación incluye a destacados académicos de la UNAM y otras instituciones, mientras que Nils Huamán Castilla, con un sólido perfil académico en ingeniería agroindustrial y tecnología de alimentos, lidera el esfuerzo hacia la optimización de procesos para extraer compuestos bioactivos.